La forma y la función de la nariz están íntimamente relacionados con los componentes que la forman. La forma de estos componentes, su estructura y su calidad determinan el tipo de nariz que tiene cada individuo.
Las rinoplastias son procedimientos quirúrgicos cuyo objetivo es mejorar la forma y la función de la nariz cambiando su estructura interna. Las alteraciones de esta estructura dependen en gran medida de la calidad de sus componentes óseo y cartilaginosos ya que tendrán que soportar los cambios quirúrgicos que el cirujano vaya a ejecutar. En condiciones óptimas bastará con modelar los componentes para obtener el resultado deseado, pero en otras, el modelado puede resultar insuficiente o perjudicial si no se añaden pasos adicionales. Al igual que un edificio que se va remodelar necesitará de un análisis de su estructura para conocer si “aguantará” los cambios, una nariz necesita de un análisis estructural que determine que transformaciones serán las más adecuadas.
Aunque algunas narices presentan de forma natural defectos de calidad, como una mala posición o una deficiente resistencia de sus componentes, es en las narices ya operadas es cuando este tipo de circunstancias son mucho más relevantes. Los injertos son la forma que tenemos los cirujanos de suplementar estructuras perdidas o defectuosas para mejorar la estética y la función de la nariz en estos casos.
Los injertos necesitan sobrevivir para que resulten eficaces por eso su obtención y su colocación deben ser precisas. Si el injerto no sobrevive correctamente irá desapareciendo lentamente (cada tejido se comporta de una forma diferente) y perderá su utilidad. Si el injerto prende y sobrevive (lo que suele ser habitual) se integra en su lugar sin moverse o desplazarse.
La practica de injertos en rinoplastia es un hecho habitual que, en ocasiones, es imprescindible si queremos obtener el resultado deseado. No obstante, y dado que depende de procesos de cicatrización y prendimiento, pueden originar problemas menores.
En resumen, aunque muchas rinoplastias pueden realizarse correctamente sin necesidad de usar injertos, son una necesidad durante la realización de muchas otras, especialmente las secundarias. No son obligatorios, ni mucho menos, pero si que deben considerarse siempre que sospechemos que las estructuras de la nariz son deficientes o que no aguantarán correctamente un proceso de cicatrización mínimamente normal.